Microsoft presentó la pasada semana su nueva videoconsola Xbox One. Un aparato que, además de plataforma de juegos, incluye otras muchas funcionalidades de ocio y multimedia convirtiéndose en un completo sistema multimedia.
Los propios responsables de este hardware hicieron la siguiente descripción del mismo:
«La nueva Xbox One registra todo tipo de información sobre mi a cada instante. Mis velocidades de reacción, de aprendizaje o mis estados emocionales son registrados y al instante enviados a un servidor externo que posiblemente reenvíe esta información a terceros».
Esta definición, unida a que el sistema se encuentra permanentemente conectado a Internet y su Kinect (cámara con diferentes sensores que registra nuestros movimientos) activo -aún con la consola en reposo- ha hecho saltar las alarmas en la comisión responsable de la protección de datos en Alemania. Kinect será capaz de detectar la presencia o ausencia del usuario en la habitación subiendo dicha informacióna un servidor remoto. Esta característica podría hacernos pensar que el periférico sirve tanto como herramienta de estudio de mercado como complemento para el ocio multimedia.
Desde Microsoft aseguran que la privacidad de los datos no se verá comprometida en ningún momento. Phil Spencer, ejecutivo de Microsoft Games, comentó lo siguiente:
«El usuario está en disposición de elegir qué datos quiere que registre la consola dependiendo de qué actividades desarrolle con ella. Obviamente, la recogida de datos es un efecto colateral de ciertas características únicas de la plataforma».
A pesar de estas buenas intenciones y palabras de los responsables de Microsoft, parece claro que esta Xbox One conllevará un largo debate referente a la protección de datos y privacidad de los usuarios. Al menos, en Europa donde las legislaciones son más restrictivas que en Estados Unidos.