Nueve de cada diez personas -de cualquier nacionalidad, incluidos estadounidenses- espiados por la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) eran simples usuarios de Internet y ciudadanos totalmente normales que no suponían ningún riesgo de tipo algo según las informaciones publicadas por The Washington Post.
Unos datos derivados de la investigación llevada a cabo por este periódico durante cuatro meses basándose en los documentos filtrados por el ex-agente Edward Snowden. En un porcentaje importante de los datos obtenidos por la NSA se incluían nombres, direcciones de correo electrónico y otros datos personales de ciudadanos nacidos en Estados Unidos o residentes. Los analistas de la NSA enmascararon o trataron de hacerlo un elevado número de referencias personales de este tipo (más de 65.000 según los datos en los que se basa la información) aunque los encargados de realizar la investigación para The Washington Post encontraron unas 900 direcciones de correo electrónico sin codificar en los archivos consultados.
Si bien, según el diario, parte de los datos recabados utilizando este método permitió obtener información importante que posibilitaría la detención de personas como Muhammad Tahir Shahzad o Umar Patek, acusados de diferentes actos de terrorismo, la NSA también almacenó otros datos catalogados como inútiles entre los que se incluyen conversaciones políticas, religiosas financieros o de cualquier otra índole cotidiana, historias de amor o relaciones sexuales ilegales. Entre la documentación a la que el diario tuvo acceso se incluyen alrededor de 160.000 mails y mensajes instantáneos, fotografías (entre las que existen algunas de menores o eróticas) y gran cantidad de documentación y cuentas online. Todo el material correspondiente a un periodo de entre 2009 y 2012, es decir, durante el primer mandato del presidente Barack Obama.
Unos nuevos datos que sirven para entender la enorme envergadura y calado del caso de espionaje protagonizado por la agencia de inteligencia estadounidense.